Autor: Alfredo Enrione – Director del Centro de Gobierno Corporativo y Sociedad
Imagina esta escena: acaba de concluir una reunión del directorio donde todo fluyó perfectamente. Los miembros estuvieron completamente alineados, el ambiente fue amistoso, y al final hubo risas y aplausos espontáneos. Sales pensando: “¡Qué gran química tenemos!” Sin embargo, mientras caminas hacia tu auto, una incómoda pregunta te persigue: “¿Realmente tomamos las mejores decisiones, o simplemente nos llevamos demasiado bien?”
Muchos directivos confunden la armonía personal con la efectividad estratégica. Pero estudios e investigaciones sobre dinámica grupal revelan algo preocupante: una buena química excesiva puede llevar al temido “groupthink” (pensamiento grupal), fenómeno descrito por Irving Janis, donde el deseo de armonía reemplaza al pensamiento crítico.
El peligro silencioso del “Groupthink”
Cuando los miembros del directorio se sienten demasiado cómodos entre ellos, la probabilidad de cuestionar, debatir o desafiar una idea disminuye drásticamente. Este fenómeno conlleva riesgos importantes:
- Falta de análisis crítico: Los directores evitan hacer preguntas incómodas o críticas por temor a romper la armonía.
- Decisiones superficiales: Al buscar consenso rápido, se sacrifican el rigor y la profundidad necesarios para buenas decisiones estratégicas.
- Innovación limitada: Sin desafíos internos, el directorio pierde oportunidades para explorar nuevas ideas y enfoques disruptivos.
En su análisis sobre la crisis financiera de 2008, estudios publicados en la Harvard Business Review destacaron cómo varios directorios altamente cohesivos ignoraron señales claras de riesgo por temor a disentir internamente. Empresas emblemáticas como Lehman Brothers y Bear Stearns pagaron caro la armonía excesiva de sus directivos.
La tensión positiva como clave del éxito
El equilibrio entre armonía y tensión productiva puede parecer contradictorio, pero es exactamente lo que necesitan los directorios para prosperar. Empresas líderes como Netflix y Amazon promueven activamente el debate interno y la diversidad cognitiva para tomar decisiones robustas y fundamentadas.
Para lograr esto, los directorios exitosos implementan prácticas como:
- “Abogado del diablo” estructurado: Un director asignado explícitamente para desafiar cada propuesta.
- Diversidad real: Miembros con distintas trayectorias, edades y perspectivas capaces de aportar diferentes puntos de vista.
- Espacios seguros: Establecer reglas explícitas para fomentar un debate vigoroso pero respetuoso.
Un estudio del MIT Sloan Management Review reveló que las empresas con alta diversidad cognitiva reportaron un 20% más de innovación en sus procesos y productos.
Cómo evitar caer en la trampa de la “buena química” excesiva:
- Evalúa regularmente la dinámica del directorio: Usa encuestas anónimas para entender si realmente hay espacio para discrepancias saludables.
- Promueve activamente la diversidad: Busca directores que piensen distinto y no teman expresar su visión.
- Facilita conversaciones incómodas: Normaliza el desacuerdo productivo como parte integral del proceso.
Preguntas de reflexión para el directorio:
- ¿Cuándo fue la última vez que alguien planteó una opinión radicalmente diferente en una reunión y cómo fue recibida?
- ¿Tenemos procesos claros para asegurar que todas las voces, especialmente las divergentes, sean escuchadas y consideradas?
- ¿Está nuestro directorio suficientemente diversificado en términos de pensamiento, experiencia y perspectiva, o tendemos a buscar perfiles muy similares?
- ¿Hemos confundido la cordialidad con la efectividad estratégica, evitando temas difíciles para mantener el buen ambiente?
Conclusión
La química entre los miembros del directorio puede ser un activo valioso, siempre que no se convierta en complacencia. La clave está en balancear la armonía con suficiente tensión positiva que permita tomar decisiones informadas y bien debatidas.
P.D.: Si en tu directorio nadie cuestiona nada, es posible que la verdadera química que necesitan sea más tensión y menos comodidad.