Autor: Alfredo Enrione – Director del Centro de Gobierno Corporativo y Sociedad
La ilusión de la independencia
En las elegantes salas de directorio de América Latina, jugamos un elaborado juego de pretensiones. Nombramos “directores independientes” y esperamos que actúen con total autonomía de criterio, mientras silenciosamente ignoramos una verdad fundamental: la independencia real tiene un precio, y ese precio es más alto de lo que queremos admitir.
La paradoja fundamental
En Silicon Valley existe un concepto crudo pero poderoso: el “F-You Money”. No es vulgaridad; es pragmatismo puro. Representa ese nivel de independencia financiera que permite a una persona mantenerse fiel a sus principios sin temor a las consecuencias económicas. Es la capacidad material de decir “no” cuando todos presionan por un “sí”.
Esta idea, que ha transformado la cultura emprendedora tecnológica, expone una contradicción fundamental en nuestro sistema de gobierno corporativo: hemos construido un modelo que espera independencia de criterio de personas que dependen económicamente de sus posiciones.
La matemática de la dependencia
Los números cuentan una historia incómoda. Un director típico en América Latina enfrenta una realidad económica precisa:
- Su compensación por directorio oscila entre $3,000 y $5,000 por sesión
- Necesita participar en múltiples directorios para generar ingresos significativos
- Termina dependiendo de estos roles para mantener su nivel de vida
- Cada período de renovación se convierte en un momento de vulnerabilidad
No es solo una cuestión de números. Es una trampa psicológica: ¿Cómo esperar criterio verdaderamente independiente de alguien que no puede permitirse perder su posición?
El ciclo de la dependencia
El patrón es tan predecible como pernicioso:
- El director “independiente” es nombrado
- Su dependencia económica crece gradualmente
- La necesidad de renovación influye sutilmente en su comportamiento
- La independencia real se compromete, aunque mantenga su independencia formal
- El ciclo se perpetúa con cada reelección
La lección de Silicon Valley
El mundo tecnológico entendió algo que el gobierno corporativo tradicional ignora: la verdadera innovación, el verdadero criterio independiente, requiere libertad de consecuencias. El “F-You Money” no es un lujo; es una herramienta fundamental de gobierno.
Cuando un emprendedor exitoso se une a un directorio después de un exit significativo, trae consigo algo más valioso que su experiencia: trae independencia real. No necesita el cargo. No teme perderlo. Puede permitirse ser genuinamente objetivo.
Una propuesta para la independencia real
¿Y si reimagináramos completamente nuestro concepto de director independiente? Algunas propuestas concretas:
- Ningún directorio puede representar más del 15% de los ingresos totales
- Patrimonio personal significativo requerido
- Fuentes de ingreso diversificadas verificables
El precio de la verdad
La independencia real tiene un costo. Podemos seguir ignorando esta realidad y mantener la ficción actual, o podemos enfrentar una verdad incómoda: un sistema que espera independencia sin garantizar las condiciones materiales para ella está diseñado para fallar.
Para reflexionar honestamente
- ¿Cuántos de nuestros directores independientes podrían permitirse perder sus directorios mañana?
- ¿Estamos dispuestos a pagar el precio real de la independencia?
- ¿Es sostenible un sistema que ignora la realidad económica de la independencia?
- Como controlador me gusta remunerar bien a mis directores ¿estaré comprometiendo su independencia?
La verdadera pregunta no es si necesitamos directores con “F-You Money”. La pregunta es si podemos permitirnos seguir pretendiendo que no lo necesitan.